Comunión con Dios

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17, June, 2020Posted by :KP

La iglesia de Cristo en el mundo está sufriendo un índice muy alto de pobreza.  No me refiero a la pobreza socioeconómica, sino a una pobreza mucho más debilitante, una pobreza espiritual.  O más concretamente una pobreza en cuanto a nuestra comunión con Dios. El verdadero problema que impide una comunión profunda con Dios es la pobreza de nuestro conocimiento de Dios.  Nuestro problema es que nuestro Dios es demasiado pequeño, un dios limitado.  Y la verdad es que ese dios no es muy llamativo comparado con ese espectáculo en la televisión o los tesoros del internet donde experimentamos cosas más llamativas. Lo que necesitamos es conocer de verdad al Dios todo glorioso.  A lo largo de la historia los grandes hombres de Dios han sido conquistados por un encuentro con Él que es sumamente glorioso, perfectamente santo, y gobierna todas las cosas.  Es una visión de ese Dios transcendente que transforma vidas. 

El profeta Isaías era un hombre que experimentó un encuentro con ese Dios.  En un momento de crisis nacional él tuvo una visión de Dios que marcó toda su vida y le llevó a tener un ministerio verdaderamente impactante.  Su encuentro aparece en Isaías 6:1-13. A través de ese encuentro Isaías aprendió por lo menos cinco cosas acerca de Dios:

  • La gloria de un Dios exaltado

Los judíos, por lo general, creían que la gloria de Dios, la manifestación de su persona, la luz visible que representaba su presencia, aparecía solamente en el templo, en el lugar santo cerca el altar.  Pero lo que Isaías ve aquí en este encuentro con Dios es una realidad más global, una realidad que rompe todas las limitaciones que alguien puede poner a Dios.  Isaías escuchó la canción de los serafines quienes proclamaron que la gloria de Dios llenaba “toda la tierra”.  No existía ningún lugar en toda la creación de Dios, ni un rincón en el lugar más lejano, ni en el país más oscuro, ni en el desierto menos habitable, un lugar donde la gloria de Dios no brillaba con toda su magnitud. Toda la tierra, cada milímetro, cada espacio, está completamente lleno de la gloria de Dios.

En otras palabras, ese Dios que Isaías vio no era un Dios domado, un Dios que se puede domesticar, tampoco es un Dios que se puede ignorar.  Es un Dios cuya gloria llena la tierra, un Dios cuyo esplendor es deslumbrador.  Su importancia no conoce límites, su valor es eterno, su fama extiende de donde el sol sale hasta donde se pone.  Por lo tanto, un Dios de gloria, un Dios que es exaltado sobre todas las cosas merece adoración, no solamente algunos coros el domingo, sino una vida de adoración.  Él merece toda nuestra lealtad, no solamente la lealtad de nuestra vida espiritual.  Él es un gran rey glorioso y exaltado y merece un trato consecuente con lo que Él es.

Aquí vemos algo realmente importante.  Una de las razones por las cuales muchas personas no anhelan más comunión con Dios y porque muchas vidas no cambian a pesar de ser “cristiano” es porque su dios es un dioscito, un dios que ellos fácilmente pueden manejar.  Es un dios que ellos pueden sacar los domingos en la iglesia y desplegar como su trofeo.  Todo parece bien.  Pero en el colegio o el trabajo o en la vecindad, ese diosecito es enjaulado, totalmente domado para que no intente controlarnos.  Pero ese tipo de dios no nos atrae mucho, no nos emociona, y de ninguna manera nos puede transformar.  Es un dios manejable, manipulable, nada más.  Es por eso que preferimos conectarnos a otras redes y no a una comunión con Dios.  Pero si el Dios que conocemos es un Dios exaltado sobre todas las cosas, un Dios que llena toda la tierra, que no puede ser enjaulado, ese Dios es realmente impactante, transformador.  Fue un encuentro con ese Dios que cambió la vida de Isaías.

  • El terror de un Dios santo

Esta es la característica que más marcó la vida y el ministerio de Isaías.  Él tuvo una visión de Dios en toda su santidad.  Vio algo del Dios totalmente puro, una pureza que quema, que consume todo alrededor.  Pero su santidad habla no solamente de su pureza sino también del hecho de que Él es totalmente separado de lo terrenal, de lo común.  Él es único, Él es totalmente diferente, Él no es como cualquier cosa en el universo, porque Él es netamente santo.  Y ¿Cuál es la consecuencia de encontrarse con un Dios tres veces santo?  Te desnuda.  Te descubre.  Revela exactamente lo que somos en cada momento, como son todos los pensamientos y cada deseo y cada pecado.  Frente a un Dios tan santo todas nuestras máscaras se caen y se revela exactamente lo que somos de verdad.  Por lo tanto, Isaías reconociendo que ha sido descubierto grita totalmente quebrantado y lleno de terror, “!Ay de mí que soy muerto!”  ¿Por qué responde así?  Porque la presencia del Dios santísimo es tan penetrante que descubre todo el pecado del hombre, hasta los pecados más escondidos, los pecados más privados, en un instante. 

Aquí hay otra razón porque no queremos tener una comunión muy frecuente con ese Dios tres veces santo, porque sabemos que si lo hacemos no vamos a poder seguir escondiendo lo que realmente somos.  Si nos acercarnos a Él, él nos va a desnudar, va a sacar las máscaras y revelar todo lo que hay adentro.  Esto nos da temor entonces en muchos casos preferiríamos mantenernos lejos de un Dios tan santo, cuya pureza es tan penetrante que expone cada cosa que hay en nuestro corazón.

  • La gracia de un Dios salvador

El profeta quebrantado por su pecado no se queda así porque el mismo Dios que descubre su fealdad, interviene con su gracia salvadora, su gracia perdonadora y transforma la vida de Isaías, limpiándolo de sus pecados.  El mismo Dios que ha sido insultado por nuestros pecados provee la gracia necesaria para que podamos ser perdonados y purificados.  Y esa obra redentora de Dios nos deja como nuevas criaturas, libre de las garras del pecado y llenos de gratitud por todo lo que Dios hizo por nosotros los pecadores.  Encontrarte con el Dios de gracia, el Dios fuente de salvación, te cambia, revoluciona tu vida en todo aspecto.

El mismo Dios que revela mi suciedad también me limpia completamente.  El mismo Dios herido y ofendido por mi rebelión, me ofrece su vida para que yo pueda ser perdonado y tener una nueva vida.  El Dios tres veces santo es también el Dios lleno de gracia y amor.  Y a pesar lo que yo soy, y a pesar de lo que yo he hecho, Él viene con el carbón encendido de su altar para limpiarme de todo pecado y mostrar su inmenso amor y perdón.  Él anhela profundamente tener una comunión contigo porque te ama y ha hecho todo lo necesario para limpiarte y darte una nueva vida.

  • La autoridad de un Dios reinante

Isaías ve al rey, Él que gobierna toda la tierra y cada cosa en ella, Él que tiene autoridad universal.  Es ese rey que le tocó la vida de Isaías y lo cambió.  Ese rey que lo limpió y lo preparó.  Por lo tanto, cuando ese rey universal que gobierna todas las cosas le llama para una misión, Isaías tiene que responder.  Dios ya le preparó a través de ese encuentro transformador.  Isaías ya está listo, ya está dispuesto sea lo que sea la voluntad de su rey.  Cuando Dios pregunta, ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?  Rápidamente Isaías, por haberse encontrado con ese rey glorioso, santo, y redentor, responde, Heme aquí, envíame a mí.  Aunque la misión no era nada fácil Isaías responde con una obediencia total.  Él tiene una nueva visión porque ha experimentado un encuentro con la grandeza del verdadero Dios. 

  • La grandeza de un Dios omnipresente

Isaías entra en el templo como era su costumbre, para adorar y allí encuentra una presencia ineludible, una presencia que es imposible de escapar.  No había ni un espacio libre de esa presencia, ningún rincón para poder esconderse.  Fue una presencia que llenaba todo, de la cual nadie jamás puede escapar, nadie puede esconderse.  Y cuando Isaías quería explicarlo no tiene palabras adecuadas solo puede expresar que sus faldas llenaban el Templo y que toda la tierra está llena de su gloria.  Imagínate esa grandeza, esa presencia inescapable, esa presencia que cubre todo.  ¿Cómo cambiaría tu tiempo de comunión con Dios si realmente reconocieras la grandeza de un Dios omnipresente, un Dios que es tan enorme que es totalmente imposible escapar de su presencia? 

No te estas acercando a un libro o a una estatua, o a un Dios que tú puedes manejar o controlar.  El Dios que te invita a disfrutar de una amistad con Él es el Dios que ocupa todo el universo, el Dios cuya presencia no puedes escapar.  ¿Sabes lo que esto significa para nuestra comunión con Dios?  Dos implicancias concretas.  Primero, en los peores momentos, los momentos cuando no estamos andando bien, cuando nuestro corazón es frio y nuestra actitud rebelde, cuando no tenemos ganas o cuando estamos llenos de vergüenza por nuestras fallas, en esos momentos más sucios, más alejados, más decepcionados, en todos esos momentos, Dios todavía está allí, todavía está muy cerca, totalmente presente, viendo todo.  Aun en esos momentos Él está esperándonos, Él está llamándonos porque Él ve todo, ya sabe todo.  ¿Por qué pensamos que podemos escondernos de Él?  ¿Por qué pensamos que Él no ve, que Él no entiende?  El Dios todo glorioso que es omnipresente, que está en cada lugar en cada momento, siempre, sigue cerca con la puerta abierta, invitándonos a disfrutar de una comunión con Él.  Él está listo para recibirnos, para perdonarnos, para regalarnos esa gracia que nos limpia, que nos sustenta, que nos capacita.  En los peores momentos seguimos siendo responsables ante Él y Él sigue deseando que volvamos a Él.

Segundo, el hecho de que nuestra comunión es con un Dios omnipresente significa que toda la vida es el santuario de Dios.  A veces pensamos que comunión con Dios significa tener un tiempo devocional, nada más.  O pensamos que podemos tener comunión con Dios durante el tiempo de alabanza en el culto dominical nada más.  Sería así si Dios fuera un Dios pequeño, limitado a un lugar.  Pero el Dios de la Biblia es tan grande que Él ocupa cada espacio de todo el universo en cada momento, siempre. Entonces todo lugar y cada momento es el santuario de Dios.  Siempre estamos en su presencia.  Por ende, la comunión con Dios es un estilo de vida, no solamente un encuentro que tenemos de vez en cuando.  Vivimos en su presencia, existimos en su presencia siempre.  Entonces la comunión con Él debe ser constante también, en cualquier lugar, en cualquier momento.  Podemos disfrutar de una amistad continua, una conversación andante.

Ese Dios de la Biblia, el Dios que Isaías vio, es un Dios llamativo con el cual tú y yo podemos tener una comunión rica todos los dias.  ¡Acércate y disfruta!